South America
“La Enfermedad del Burro”
Este articulo fue escrito por Nelson Ochoa, miembro del equipo de comunicaciones de MI Americas en Colombia. Fue publicado originalmente en Revista Entornos, una publicación multimedia en La Guajira, Colombia, el 20 de diciembre del 2020. Ochoa fue galardonado con el XVIII Premio de Periodismo Cerrejón en la categoría multi-media por “La enfermedad del burro”.
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A Rosa Linda Ipuana Ipuana lo que sabe del uso de las plantas medicinales le vino dado por su madre Emilia que a sus 90 años sigue siendo una de las parteras de Caimito, una comunidad indígena wayuu ubicada en zona peri-urbana de Riohacha. Rosa Linda es la hermana mayor de 7 hermanos y recuerda que desde que tiene uso de razón ayudaba a su madre a recoger plantas medicinales que sirvían para sanar o prevenir enfermedades.
En febrero pasado, antes que el país conociera con certeza acerca de la pandemia del coronavirus, su hija Eliana tuvo un sueño en el que le decían que al territorio llegaría aquel mal que le conocían como la enfermedad del burro, un mal que le daba al animal de carga y que anteriormente cuando una persona se enfermaba “nos puyaban con un objeto caliente en la piel, luego nos bañaban con agua caliente, respirábamos con vapor de las hiervas y nos daban de beber anamú con jengibre”, cuenta Rosa Linda.
En el mismo sueño fue relevado que la cura de ese mal que entraba en el cuerpo con fuertes dolores en los huesos, fiebre intensa, deshidratación, dificultad al respirar y una crónica tos como de gripa mal curada, estaba en las plantas que se encontraban en las partes secas, entre los cactus, en las zanjas, en tierras arenosas o junto a los árboles. Rosa Linda interpretó cada palabra de su hija y espero pacientemente el cumplimiento del sueño.
Los sueños forman parte de la vida cotidiana del wayuu. Generalmente, entre los miembros de la familia y los amigos se dice ¿jamaya pü’lapüin?, ¿cómo estuvo tu sueño? Para iniciar una conversación en torno al sueño:
En julio de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que resulta alarmante el impacto que la pandemia de la Covid-19 ha tenido en los pueblos indígenas y nativos de las Américas, donde más de 70 mil miembros de estas comunidades se han contaminado con el nuevo coronavirus y dos mil han fallecido.
En el caso de Colombia, según el último reporte del Sistema de Monitoreo Territorial – SMT de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), con fecha 19 de diciembre de 2020, subraya que ya son 72 pueblos afectados por el coronavirus, 37 mil 902 casos confirmados, 742 casos activos, 35 mil 752 recuperados y 1.279 fallecidos. En los wayuu se registran 821 casos confirmados, siendo una de las diez comunidades indígenas más afectadas en el país.
Para Wilson Herrera, Coordinador del SMT de la ONIC, la tasa de contagio en los indígenas tanto en Colombia como en La Guajira seguirá desafortunadamente en aumento:
Algunos centros de salud en La Guajira, reportan que la población, especialmente los indígenas no están yendo a los hospitales. Han disminuido muchísimo los casos de personas que llegan al centro asistencial, no porque los números realmente estén bajando, sino por el temor que siente la población de acercarse a un hospital, bien sea para una consulta médica de otro tipo de enfermedades o por problemas respiratorios relacionados con la Covid-19 o seguimientos como controles prenatales, etc. Así concluye Wilson Herrera, Coordinador del SMT de la ONIC:
En La Guajira se habla como en el resto del país, que las cifras de víctimas mortales de Covid-19 entregadas por el DANE y el Instituto Nacional de Salud no coinciden y que habría un subregistro del 26 por ciento en los datos. Así mismo, se menciona que las secretarias de salud de los 15 municipios del departamento no disponen de datos desglosados sobre la tasa de contagios dentro de las comunidades indígenas, lo que da lugar a interpretaciones como que las pruebas para identificar los casos de contagio son limitadas, no se están realizando o no hay un registro étnico.
El último reporte de la Secretaría de Salud de La Guajira, con corte 22 de noviembre de 2020, indica que desde que se conoció el primer caso de Covid-19 en el departamento, 1188 indígenas han sido contagiados, 1098 recuperados y 51 fallecidos. En el caso de los wayuu, Maicao reporta 347 casos, Riohacha 208, Uribía 181, Manaure 76, Barrancas 40, Hatonuevo 29, Fonseca 12, Distracción 9, Albania 5, Dibulla 4, San Juan del Cesar 3, El Molino 1, Urumita 1, Villanueva 0 y La Jagua del Pilar, sin información o no reporta.
Porcentaje de población indígena por municipios
MUNICIPIOS | CASOS INDIGENAS | PORCENTAJE |
Maicao | 418 | 35,2 |
Riohacha | 298 | 25,1 |
Uribía | 203 | 17,1 |
Manaure | 79 | 6,6 |
Barrancas | 56 | 4,7 |
Hatonuevo | 36 | 3,0 |
San Juan del Cesar | 27 | 2,3 |
Fonseca | 25 | 2,1 |
Distracción | 21 | 1,8 |
Dibulla | 12 | 1,0 |
Albania | 7 | 0,6 |
El Molino | 4 | 0,3 |
Urumita | 1 | 0,1 |
Villanueva | 1 | 0,1 |
LA GUAJIRA | 1188 | 100,0 |
La Jagua del Pilar, sin información o no reporta.
Confinados pero libres en su territorio
En Caimito, habitan 35 familias y hasta el momento no se ha registrado el primer caso de Covid-19. En marzo cuando inició la cuarentena obligatoria en Colombia, esta comunidad cerró las fronteras de su territorio, nadie entraba o salía sin la autorización de Rosa Linda quien es la Autoridad Tradicional; en ocasiones hace las veces de mediadora en caso de que algún hombre de su familia o de la comunidad estén metidos en “líos” y, en época de pandemia, ha librado la batalla de sacar el mal a base de hiervas curativas.
Las plantas recolectadas eran machacadas sobre una piedra y luego las mezclaba con agua hervida para preparar un “guarapo”. Una de las más recolectadas fue la verbena, que tomada en infusión sirve como descongestionante y baja la fiebre. El eucalipto que funciona como un descongestionante; el anamú, que es un estimulante del sistema inmunológico, y el fruto del dividivi, que tiene un poder de antibiótico extraordinario.
El poder de la vida
Lo llevaron cargado en una mula, casi sin aliento. Ya estaban pensando trasladarlo a Riohacha para que le administraran oxígeno. Aún así, era evidente que estaba teniendo muchos problemas para seguir respirando. Se veía enfermo, incómodo, asustado. Guardando el distanciamiento, Rosa Linda lo vio e inmediatamente identificó que su sobrino padecía la enfermedad del burro.
“No me deje morir, tía”, le dijo casi sin aliento mientras daban las indicaciones de mantenerlo completamente aislado. Rosa Linda le aseguró que todos iban a trabajar duro para cuidarlo y tenerlo con vida.
La posibilidad de sobrevivir se extinguía. Mientras tanto, Rosa Linda junto a un grupo de mujeres se colocaban a parte del tapabocas, protectores faciales y guantes. Segundos después un intenso olor a plantas frescas, recién cortadas impregnaba el lugar- “mete la cabeza en la olla y haz vapor”– le decían desde el otro lado de la puerta, de color rojizo la bebida era el resultado del cocimiento de hojas y bruscos. Tan solo pasaron 2 días, y aquel moribundo hombre tenía otro semblante – ¡Me siento bien, ya puedo respirar! – exclamó. Este momento capturó la atención de todos.
Ante los buenos resultados, los wayuu prefieren curarse en sus casas, con las plantas, antes que ir a la clínica. Según cuentan, les va mejor así porque “en la ciudad la gente está muriendo, en las rancherías muy pocos casos”.
El siguiente Podcast da testimonio que los wayuu, así como el resto de los pueblos indígenas están recurriendo a la medicina tradicional para prevenir y contrarrestar los síntomas del virus. Una práctica ancestral que en tiempos de pandemia ha adquirido una notoria relevancia, incluso para los más escépticos.
Jorge Piña es médico homeópata, etnobotánico e investigador independiente, lleva años estudiando el poder de las plantas curativas que usan los wayuu. Según sus cálculos, hay más de 150 plantas medicinales en La Guajira que los indígenas le dan distintos usos y que la farmacopea mundial desconoce. “Las plantas medicinales tienen un compendio enorme de principios activos, esto hace que funcionen para distintos casos, algunos aún desconocidos”, afirma. Pero su apreciación va más allá:
Incluso en los alijunas (personas que no son wayuu) dan testimonio de los beneficios del uso diario de las plantas para curar cualquier dolencia. El señor Norgen Radillo Bermúdez, cuenta desde su experiencia:
Si bien no existe la suficiente evidencia científica o se haya establecido la eficacia de esas prácticas para evitar el contagio del virus y, para tratar esta y otras enfermedades, los remedios tradicionales están permitiendo que en los wayuu esté ocurriendo un verdadero milagro de vida. Sin embargo, el médico internista Manuel Palmezano Pinto responsable del pabellón de casos Covid-19 en el Hospital Nuestra Señora de los Remedios en Riohacha, hace la siguiente referencia:
El terror de «Yoluja» (la muerte)
En La Guajira, la preocupación de los más ancianos es que el coronavirus continúa expandiéndose silenciosamente por todo el territorio. Varios líderes wayuu han denunciado que no existe atención gubernamental en salud, temen que esta pandemia se convierta en un genocidio para la cultura que ha luchado por años por sobrevivir. Las cifras de fallecidos resultan ser incierta para las autoridades, pero para el mismo wayuu es una marca en el alma que permanecerá para siempre.
Mientras que la Secretaría de Salud Departamental revela para esa misma fecha los casos de Covid-19 según edad y sexo en población indígena:
Según datos del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe, la cantidad de personas sospechosas del virus en las comunidades nativas llega a 875, los casos confirmados ascienden a 456 y los fallecidos suman a 77. En el reporte publicado el pasado 8 de junio, el coronavirus se hace presente en por lo menos 68 comunidades nativas. Tasas muy altas de contagio y letalidad.
Por su parte la ONIC también ha pedido que no visiten lugares sagrados, una medida similar a la suspensión de las misas católicas y ritos de otros credos que congregan a grandes grupos en las zonas urbanas.
Adaptarse al cambio
Caimito abrió sus fronteras a organizaciones de carácter humanitario como Malteser International Americas, quien viene brindado apoyo en la enseñanza de medidas de prevención para evitar la propagación de la actual pandemia. Con el respaldo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional- USAID- han logrado que esta comunidad mejore sus hábitos de higiene, siendo referente a comunidades cercanas. Rosa Linda dice no abandonar su herencia ancestral, pero se adapta a las nuevas circunstancias, “los occidentales llegaron a nuestro territorio para enseñarnos y somos agradecidos con Maleiwa por eso”, afirma sonriente y, con su mirada puesta en sus manos, acomoda con total delicadeza aquellas hiervas frescas, recién cortadas
Antes de la pandemia, Rosa Linda visitaba con regularidad a familiares y ancianos que vivían fuera de Caimito. El coronavirus ha hecho que esos viajes sean demasiado peligrosos y de vez en cuando camina hasta el lugar donde reposan sus ancestros agradeciendo que en su familia la enfermedad del burro no se ha llevado a ninguno de ellos.
Los wayuu están haciendo lo que pueden para que los miembros de su comunidad sigan sanos y salvos. A partir de la transmisión del conocimiento ancestral han recuperado más de 70 plantas para tratar problemas respiratorios, que si bien no curan la Covid-19, sí fortalecen el sistema inmunológico contra este virus y otras enfermedades, favoreciendo que esta no se manifieste en sus formas graves.
“Muchas personas dicen que hemos puesto de moda el uso de plantas, pero a mí no me gusta esa expresión”, dice Rosa Linda. “Siempre hemos conocido nuestra identidad y siempre hemos estado aquí. Y siempre estaremos”.